DOI

10.5195/reviberoamer.2008.5219

Abstract

Identificarse como “latino” en los Estados Unidos es instaurar una diferencia política radical que intenta contrarrestar las nocivas asociaciones socio-raciales que conllevan los apelativos “illegal”, “spic”, “greaser”, u otros aún menos apetecibles, tanto como las vivencias marcadas por la subalternidad política de los sujetos que habitan estas designaciones en la esfera pública de la contemplación nacional. Cuando se trata de latinos que a su vez se identifi can como queer1 la aseveración es aún más complicada, ya que esta sobreidentidad califi cativa se articula privilegiando el hecho de que lo signifi cativo de semejante postura identifi catoria es contrarrestar la heteronormatividad y sus diseños racializados en el entorno estadounidense. Entendido así, “ser” un latino queer implica una postura política que enfrenta una hegemonía que rehúsa califi car lo “latino”, mucho menos un “latino queer”, como algo cuyo signifi cado podría designar algo más que su asociación con la “ilegalidad” en la esfera pública. Y si esta aseveración sorprende, vale recordar las observaciones del conocido periodista Frank Rich que estallaron en la blogosfera después de que aparecieran en las páginas del The New York Times: “Gay people [...] aren’t the surefire scapegoats they once were. Hence the rise of a jucier target: Hispanics. They are the new gays, the foremost political piñata” (12, énfasis mío).

Document Type

Article

Publication Date

2008

Publisher Statement

Copyright © 2008 University of Pittsburgh Press. This article first appeared in Revista Iberoamericana 74:225 (2008), 959-971.

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